Una de las acciones que marcó su vida fue su matrimonio con Walter Keane, que al casarse con ella comenzó a ver como su mujer le eclipsaba, él también era pintor, pero no tenía éxito con sus cuadros y empezó a trabajar vendiendo los cuadros de Margaret.
Todos los dibujos de Margaret estaban firmados como «Keane», así que los compradores entendieron que estos cuadros habían sido pintados por Walter, y él, que se sintió abrumado, no lo desmintió. Y así es como ella comenzó a ser una gran artista, pero estando a la sombra.

La gente estuvo pensando durante doce años que la persona que hacía los cuadros era Walter a pesar de que ella intentó hacer ver al público varias veces que ella era la autora, pero nadie le creyó.

En el año 1956 Margaret no aguantó más la vejación y se divorció de su marido. Hasta después de haberse divorciado Walter Keane seguía proclamándose autor de los cuadros, y no fue hasta 1968 que Margaret decidió demandarle.

Tras varias puestas en común el jurado seguía sin verlo claro, por lo que se le ocurrió la prueba que aclararía la verdad: pedirle a ambos que pintaran uno de los tantos cuadros de los “Ojos Grandes”.